Kainos Ktisis
  El Espiritu Santo una Persona divina
 

 

El Espíritu Santo: una Persona divina

(Por: Daniel Oscar Plenc)

 

 

¿Qué revelaciones recibió Elena de White acerca de la personalidad y la divinidad del Espíritu Santo?

 

Elena de White evita el término  "Trinidad", pero utiliza expre­siones que aluden a las tres, Personas de la Deidad, como "el trío celestial", "los tres grandes dignatarios del cielo" o "los tres poderes más ele­vados del cielo". Parece evidente que creía en la existencia de tres personas divinas, incluyendo al Espíritu Santo.

 

De cualquier manera, la Sra. White nos invita a ser cuidadosos en nuestra expresión respecto de la naturaleza del Espíritu: "No es esencial para nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo" (Los hechos de los apóstoles, p. 42). "La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se las ha revelado" (Ibíd., p. 43).

 

La autora prefiere detenerse en la obra del Espíritu. "El Espíritu Santo se da como agente regenerador, para hacer efectiva la salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo está tratando constantemente, de llamar la atención de los hombres a la gran ofrenda hecha en la cruz del Calvario, de exponer al mundo el amor de Dios y abrir al alma arrepentida las cosas preciosas de las Escrituras".

 

"Después de convencer de pecado y de presentar ante la mente la norma de justicia, el Espíritu Santo quita los afec­tos de las cosas de esta tierra, y llena el alma con un deseo de santidad" (Ibíd.).

Pero el Espíritu Santo es más que una fuerza, sobrenatural, o una energía celestial: es una Persona divina, al igual que el Padre y el Hijo. "El Consolador que Cristo prometió enviar después de ascender al cielo es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de manifies­to el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay tres Personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes Poderes -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, yesos Poderes colaborarán con los súbditos obe­dientes del Cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo ¡Special Testimonies, Serie B, NO 7, pp. 62, 63. Año 19051" (El evangelismo, p. 446).

 

"Los eternos dignatarios celestia­les -Dios, Cristo y el Espíritu Santo-­ armándolos [a los discípulos] con algo más que una mera energía mortal [...] avanzaron con ellos para llevar a cabo la obra y convencer de pecado al mundo [Manuscrito 145, 19011" (Ibíd., p. 447).

 

La persona divina del Espíritu Santo no debe confundirse con la persona del Padre o la persona del Hijo. En un dis­curso dado a los alumnos del Colegio de Avondale, Australia, Elena de White amonestó: "Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una per­sona así como Dios es persona, anda en estos terrenos [Manuscrito 66, 1899]" (Ibíd., p. 447).

 

La autora habría de insistir en esta idea, llamando al Espíritu Santo "la tercera persona de la Divinidad". "El Espíritu Santo es una persona, por­que testifica en nuestros espíritus que somos hijos de Dios [...]. El Espíritu Santo tiene una personalidad; de lo contrario, no podría dar testimonio a nuestros espíritus y con nuestros espíritus de que somos hijos de Dios. Debe ser una persona divina, además, porque, en caso contrario, no podría escudriñar los secretos que están ocul­tos en la mente de Dios [Manuscrito 20,1906]" (Ibíd., pp. 447, 448). "El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo [Special Testimonies, Serie A, Nº 10, p. 37.

Año 1897]" (Ibíd., p. 448). "Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del cielo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros convir­tiéndonos en obreros juntamente con Dios [Special Testimonies, Serie B, Nº 7, p. 51. Año 1905]" (Ibíd., p. 448). "Cuando os entregasteis a Cristo, hicis­teis una promesa en la presencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: los tres grandes Dignatarios personales del cielo" (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 401). "El pecado podía ser resisti­do y vencido únicamente por la pode­rosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino" (El Deseado de todas las gentes, p. 625).

 

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- Daniel Plenc, es doctor en Teología, y se desempeña como profesor en la Universidad Adventista del Plata y director del Centro de Investigaciones White. E-mail: cwhite@uapar.edu

 

- Publicado por la Revista Adventista, Noviembre del 2005.

 

 
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